martes, 8 de abril de 2014

Un verdadero Paraíso Terrenal…


esperaba mi llegada a Venezuela… desde mucho antes de pisar tierra firme, desde el mar, la noche en que llegó el barco a La Guaira, tuve la sensación de que me iba a gustar todo. Jamás olvidaré la magia que me embargó cuando, desde la cubierta del barco pude ver las lucesitas en los cerros, creí estar ante un Belén gigantesco y que al bajar del barco, en algún lugar me iba a encontrar al Niño Jesús en el portal, a la Virgen María, a San José y hasta a los pastorcitos con sus ovejitas.

¡Que emoción sentí al día siguiente cuando el coche… no, no, me corrigió papá, aquí se llama carro… bueno, cuando el carro comenzó a recorrer las calles de La Guaira!… que lindo me parecía todo. Una de las cosas que llamó poderosamente mi atención fue ver de cerca a las personas de color negro por primera vez, me gustaron tanto que quería dejar los brazos de papá, de los que no me había despegado ni un segundo, para correr a abrazarlas. ¡Que bonitos y simpáticos eran! con esos dientes tan 'blanquitos'… su cabello risadito… -aquí se dice 'churrusco' me dijo papá-… su piel me parecía que brillaba, su caminar erguido y rítmico, aún hoy, después de tantos años no puedo evitar quedarme embelesada mirándolos. Sencillamente me parecen hermosos. Algunos años después y ya viviendo en el Asentamiento Campesino de "El Estero", en el estado Cojedes, cuando cursé cuarto y quinto grado de educación primaria, tuve por fin la alegría de tener un maestro negro, mi querido maestro Zerpa, lo adoraba, ahora podía observar y disfrutar de cerca todos los días, lo que para mi era la máxima expresión de la belleza humana. Siempre impecable, el maestro Zerpa llegaba al salón de clases cada mañana y cada tarde, teníamos dos turnos, 'bañadito' con agua y… ¡colonia!… con su ropa casi siempre de color blanco planchadita, cuando caminaba podías oír el ruido que hacía la tela almidonada.  ¡Que bello y elegante me parecía! era además una persona muy culta, sensible y espiritual, sus enseñanzas salían directamente desde su alma y llegaban a las nuestras sin ningún esfuerzo ni obstáculo. Todos los jueves nos llevaba a la selva, que estaba al lado de la escuelita, para realizar la clase de botánica, se sentaba en el suelo con nosotros y empezaba la clase: ¡búsquenme una hoja alterna, y ahora una hoja lanceolada… y allá corríamos todos a buscar lo que nos pedía y que nos había explicado teóricamente en el aula de clases… ¡Amado, amado e inolvidable maestro Zerpa!!! A él le debo esa parte tan apasionante de mi vida que lleva por nombre ¡Grecia! 

Mi amado maestro Zerpa "coronándome" como Reina del Carnaval de nuestra Escuelita Rural Nº 123 en El Estero.

El maestro Zerpa cuando nos hablaba en la clase de Historia Universal de las civilizaciones antiguas, siempre lo hacía con la pasión que lo caracterizaba, pero el día que nos habló de Grecia lo hizo de una forma muy especial, sus ojos tenían un brillo que podrías decir que estaba a punto de llorar de la emoción, nos hablaba de la belleza de esa civilización y de lo importante que había sido para la cultura occidental.  Nosotros teníamos la costumbre, sobre todo las niñas, de colorear los bordes de la página del cuaderno donde tomábamos los apuntes, ese día la página de mi cuaderno con el tema 'GRECIA' se desbordó de color e imaginación, recuerdo que le hice unos arabescos preciosos y con todos los colores del arco iris.


Pasó el tiempo y a mis 15 años recién cumplidos una de mis amigas y compañera en el Instituto de Comercio donde estudiaba me dijo que tenía un nuevo pretendiente y que era griego, inmediatamente le dije que lo quería conocer, ser griego para mí era sinónimo de sabio, de filósofo… a los pocos días mi querida amiga se había quedado sin pretendiente, y yo, antes de cumplir los 20 años me encontraba aterrizando en el aeropuerto de Atenas convertida en la 'ilusionada' señora de Douros.  Pero esa historia en su momento, ahora volvamos a mis 8 añitos y a mi desembarco en ese Paraíso llamado Venezuela.  

Me gustó muchísimo, desde el primer día, la comida venezolana ¡que rica!… allí mismo, en La Guaira, fuimos a almorzar a un restaurante criollo. Gracias papá por adorar, tanto la comida canaria como la criollita… y por esa capacidad tuya de amar con la misma intensidad lo que ya se tiene, como lo que llega nuevo a nuestras vidas, cualidad que he heredado de ti y que tanta felicidad me ha proporcionado a lo largo de mi vida. 


El viaje de La Guaira hasta Aguirre es largo, así que nos detuvimos muchas veces a lo largo de la carretera, para 'echar' gasolina al 'carro' en las 'bombas de gasolina' y tomarnos algo en la 'Fuentes de Soda' que siempre las acompañan. Yo iba aprendiendo el nuevo vocabulario con la misma velocidad que mi papá me lo iba enseñando… ¡con algunas excepciones!… En una de esas 'Fuentes de Soda' había una cosa que llamó mucho mi atención y me fui directamente hacia ella, mi papá que se había convertido en un verdadero guía turístico para mi, me siguió y me dijo que era una Rockola, le metió una monedita y aquella gran 'caja' movió un 'bracito' tomó lo que papá me dijo que se llamaba un disco, lo colocó en el centro y comenzó inmediatamente a sonar a todo volumen una ranchera, la música preferida de mi papá.  ¡Que preciosa y mágica me pareció la Ronkola!… ¡no se dice 'Ronkola' me corrigió papá, se dice Rockola!… pero a mí me llevó su tiempo quitarle la 'n' a la Rockola. Algo parecido me sucedió con las caraotas negras, a las que bauticé como 'carabotas', las adoré desde el primer día que las probé, y le pedía a mi mamá a cada rato que preparara 'carabotas' negras… yo no se de donde salía siempre con tanta velocidad mi papá para decirme: ¡no se dice carabotas, se dice caraotas!

Los mangos sencillamente me volvieron loca ¡ese si que era un fruto digno del Paraíso Terrenal! se me antojó que tenían un tenue sabor a resina… la resina de mi ya lejano bosque de pinos de "El Fayal" en Puntagorda.  Creo que los mangos se convirtieron para mi en un vínculo secreto con mi pueblito, con la abuela Lola, con mi pequeña islita que había dejado atrás.

Y llegó el día en que probé ¡las arepas!… desde ese día pienso que es el desayuno mas rico del mundo, aunque me gustan a cualquier hora, no hay viaje que realice cuando estoy en Venezuela, que no me pare en cuanta arepera encuentre en el camino para comerme mi arepita a orilla de carretera.


Se me olvidó contarles que al llegar a nuestro destino, el precioso pueblito de Aguirre en el estado Carabobo, me fijé en unos letreros que colgaban de algunos postes del alumbrado eléctrico, en ellos se podía leer 'vota' por… ¡pero si la palabra correcta es 'bota'! decía yo, que venía de un país donde la palabra 'vota' era desconocida y donde el vacío que había dejado ese verbo era 'llenado' todas las mañanas, al llegar a la escuelita, por nuestros bracitos levantados al estilo nazi y cantando desde nuestra más tierna edad el "Cara al sol"…  himno fascista de la Falange española… y lo de 'fascista' no lo digo yo, lo dice Wikipedia: "Falange Española (FE) fue un partido político español, de ideología fascista."

**Esta entrada la dedico con mucho amor a mis dos amiguitos del alma Aurora Liscano ¡mi querida Dora! y a Ronald Amado ¡mi amado Ronald! Sin el amor de ellos no habría retomado estos pequeños relatos que tanto les gustan. ¡Los amo amiguitos!!!

3 comentarios:

  1. Mi 'ajuar' de Reina de Carnaval por supuesto fue una creación de ¡Traslita!... recuerdo con cuanta alegría y gozo fuimos a comprar la tela de blonda blanca para el vestido, el terciopelo rojo para la capa, el marabú blanco para adornar la capa, los guantes, la corona, el cetro, los zarcillos y la gargantilla ¡Me sentía realmente una reina!... ¡Gracias Traslita por estar siempre ahí, ayudándome, apoyándome en todos los momentos de mi vida... hasta el día de hoy!!!

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  2. ¡GRACIAS...GRACIAS...GRACIAS, AMIGUITA DE MI ALMA Y DE MI CORAZÒN!!!..¡ ERES SENCILLAMENTE GENIAL POR ESO TE AMO TANTO!!! <3

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