martes, 17 de julio de 2012

A través de mis ojos...






de niña soñadora, pude ver por primera vez a mi querida Venezuela desde la cubierta del 'Montserrat'... era de noche y nos llamaron para que viéramos a lo lejos las luces de nuestro añorado destino. Desembarcaríamos por la mañana y durante toda la noche no pude dormir... soñaba despierta con aquellas lucesitas en las montañas... detrás de ellas estaban nuestros padres, que ya vendrían en camino hacia nuestro encuentro, mi emoción era indescriptible, estaríamos de nuevo con mamá y... ¡con papá!... podría tocarlo y comprobar que no le había mentido a la vecina de nuestro pueblito... ¡tenía papá y estaba en Venezuela!


Por la mañana todo era algarabía y felicidad en el barco, sólo que para nosotros se vio empañada de repente por un imprevisto acontecimiento... papá y mamá no estaban en el muelle del puerto de La Guaira, habían tenido un pequeño accidente: al 'carro' en el que viajaban (un Ford último modelo con unas impresionantes alas en la parte de atrás) perteneciente a un amigo que se había ofrecido para acompañarlos, se le dañó una rueda y no pudieron llegar a tiempo para recibirnos...


Doña Amelia, una dulce y entrañable mujer que viajaba con su hijo y su nuera a reunirse también con sus familiares en Venezuela, los cuales eran amigos de mamá y papá, se había encargado de cuidarnos durante el viaje a petición de nuestros padres, cuando vio que las autoridades del barco no nos dejaban bajar con ella, comenzó a llorar y a suplicarles, pero todo era en vano, se negaban rotundamente y le explicaban que los únicos responsables de nosotros eran ellos, que su deber era entregarnos a nuestros padres y que si ellos no se presentaban, nos llevarían a un campamento, donde podrían ir a buscarnos después... otra vez nos tocaba esperar la tan ansiada felicidad!


Doña Amelia llorando tuvo que desembarcar y nosotros junto a un oficial, subimos a la cubierta del barco con la ilusión de distinguir entre la multitud que se había aglomerado en el muelle, las queridas siluetas de mamá y papá...con infinita tristeza veíamos como todos iban abandonando el barco y se fundían en interminables abrazos con sus familiares y amigos que los habían venido a recibir... y de repente mi hermano gritó ¡allá... allá están mamá y papá!...

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