lunes, 23 de julio de 2012

"Escuela Nacional Tamaré"



Llegamos a Venezuela en el mes de septiembre y comenzamos a asistir a la escuela inmediatamente.  Nuestra escuelita la "Escuela Nacional Tamaré" era muy sencilla y bonita rodeada de grandes jardines naturales, con muchos árboles y huertos escolares que se hacían alrededor de sus inmensos troncos, allí se sembraban tomates, pimentones, zanahorias, remolachas, berenjenas y algunas flores, los alumnos nos encargábamos de regar los huertos todos los días, se habían formado 'comisiones' y cada una tenía su misión, nos íbamos turnando cada semana, así todos teníamos la oportunidad de aprender a realizar todas las actividades.  A mí me encantaba regar los huertos y quitarle la hierba a los cultivos, pero aunque no me gustara mucho, a la semana siguiente me tocaba estar en la comisión de limpieza del salón de clases, la cual realizábamos de la siguiente manera: esparcíamos por todo el piso que era de cemento, aserrín húmedo para no levantar mucho polvo y después se iba barriendo poco a poco, otros niños se encargaban de pasar el 'coleto' y otros de 'encerar' el piso, lo que se hacía con velas que se derretían en un recipiente y se le agregaba después un poquito de kerosene, todo esto siempre bajo la dirección y la ayuda del maestro de guardia.  Después de 'encerar', había que sacarle brillo al piso... sobre un trapo grande, nos sentábamos dos niños y otros dos niños lo iban arrastrando, así hasta que quedaba el piso como un "espejo" ¡brillante!... que trucos más lindos y ecológicos existían cuando no había tanto "progreso".


Pasaban los días y nuestra vida era de verdad un bello sueño, disfrutábamos al máximo la 'Mansión' durante el día y en la noche, después de cenar y ver la televisión un rato, nos íbamos a nuestro 'galpón-refugio'... allí cada uno se dedicaba a su labor, todo era bullicio y actividad, teníamos una radio muy grande y bonita, el sonido de la radio se mezclaba con el ruido de la máquina de coser de mamá, la sierra de carpintería de papá y el 'click' 'clack' de las teclas de mi máquina de escribir, el único que nunca hacía ruido era mi hermano que siempre estaba estudiando o ayudando en silencio a papá. 


Sólo un pequeño detalle ensombrecía mi inmensa felicidad... mis rubios rizos, pero sobre todo aquella forma de hablar tan peculiar de los "canarios", delataban que no era venezolana, los niños en la escuela nos empezaron a llamar "los musiuítos"... aunque no sabía exactamente lo que significaba aquella palabra - me han contado que posiblemente proviene de la palabra francesa 'monsieur'- a mí me molestaba, y más me molestó cuando me dijeron que lo usaban para referirse a los que no eran venezolanos. Después de una semana tomé la decisión de poner fin a lo que impedía 'mi completa felicidad'... y empecé a decirle a todos mis compañeritos que el que era "musiuíto" era mi hermano, que yo era venezolana... así yo empecé a ser 'María Nieves' y mi hermano continuó siendo "el musiuíto". Nunca le conté a mi hermano lo que había hecho, pero no creo que le hubiera importado, en primer lugar porque siempre me ha consentido mucho y en segundo lugar porque él nunca le ha dado importancia a estos pequeños detalles, a este tipo de divisiones, a las... "fronteras", como tampoco le ha importado nunca lo que digan y piensen de él.


Siendo una niña completamente feliz llegaron las festividades navideñas y con ellas un sin fin de emociones nuevas, de costumbres nuevas...  el inmenso "nacimiento" en la 'Mansión' fue una de ellas, ocupaba toda una pared en el gran salón, nosotros ayudamos en todo, 'sembramos' lentejas sobre algodón, las colocamos en un lugar oscuro y cuando germinaron y empezaron a tomar el color verde las colocamos en el nacimiento fingiendo huertas de cultivos, pintamos grandes papeles con pintura marrón y verde, después lo arrugamos y lo volvimos a estirar un poco para formar las montañas colocando debajo de él cajas de diferentes tamaños, construímos casitas de cartón, hicimos grandes lagos con papel azul colocado debajo de cristales, hicimos cascadas con papel aluminio y no se cuantas cosas más que nos llenaban de júbilo a todos en la gran casa. 


En nuestra escuelita además del nacimiento y el arbolito de navidad realizamos un bellísimo acto cultural... 


Cuanto me gustó el baile de los...


¡Chimichimitos!



las representaciones de...

¡"La Burriquita"!



¡"El Pájaro Guarandol"!


¡"El Carite"!

Recuerdo que lo que más me impresionaba era tanta alegría y color.

Después llegó la primavera y con ella un acontecimiento que no olvidaré jamás... en el jardín de nuestra escuelita uno de los árboles empezó a llenarse de flores y en pocos días no tenía ya ni una sóla hoja, todo eran flores amarillas... el maestro Romero nos dijo entonces que dibujáramos, para colocar nuestros dibujos en la Cartelera, 


al... ¡Araguaney!








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