lunes, 16 de julio de 2012

¡Venezuela!



Y... rumbo a Venezuela, al encuentro con nuestros padres y con esa hermosa, generosa y hospitalaria Patria que ¡adoro!



"El Montserrat, casi gemelo del Begoña (tenía variantes en la superestructura, con una cubierta menos), fue construido en 1945, también en Baltimore, como buque de carga, para la Armada de Estados Unidos, saliendo del astillero con el nombre de Wooster Victory. Entre 1948 y 1949 fue utilizado para llevar al nuevo estado de Israel a cientos de judíos refugiados en China durante la Guerra Mundial. Después, siguió el mismo camino que el Begoña, pues en 1950 fue comprado por la Sitmar Line y convertido en buque de carga y pasaje, con el nombre de Castel Verde, pasando en 1957 a la Trasatlántica, que lo cambió de nombre con el ya citado.
Con capacidad para 825 pasajeros, sirvió la línea de Centroamérica con los mismos puertos de recalada que el Begoña , teniendo parecidas averías, siendo la más importante en agosto de 1970, cuando hacía el viaje de Venezuela a Tenerife y se averió en medio del Atlántico, teniendo que ser recogidos sus más de 600 pasajeros, dos días después, por el Begoña. El trasbordo de ellos se realizó en unas condiciones de mar bastante agitada, por lo que hubo que echar petróleo a la mar para realizar la operación, que comenzó en la amanecida y duró hasta la una de la tarde. El Montserrat procedió a Curaçao, donde hizo una reparación provisional y siguió haciendo, a trancas y barrancas, la línea. En febrero de 1973 completó su última singladura, desembarcando en Vigo a 46 pasajeros procedentes de Inglaterra. Después, fue llevado hasta Castellón, en donde se desguazó".





Estos niños pobres y sin "futuro"... convertidos en unos principitos por la 'mágica' tía Adelaida, navegaban ahora al encuentro de ese ¡futuro mejor! por el que tanto habían luchado primero sus abuelos y ahora sus padres.

Mañeves ya no tendría que seguir gritándole al mundo: ¡si tengo papá, pero está en Venezuela!... su hermano, siempre callado y tímido, ya no podría ocultar su felicidad... la promesa de su hermanita menor se haría realidad, aunque algunos 'días-años' después y con una variante: "papá no vendría mañana"... sino que serían ellos, los que al cabo de nueve días de apasionante viaje a través de ese querido océano Atlántico, que uniría de ahora en adelante a sus dos patrias y en el barco "Montserrat" llegarían a Venezuela y podrían por fin disfrutar de la mayor felicidad que puede tener un niño... ¡estar al lado de sus padres!...

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