lunes, 16 de julio de 2012

Tenerife... ¡la tía Adelaida!


Al año de haber viajado mamá a Venezuela, recibimos la noticia de que nos 'mandaban a buscar'... para nosotros una gran alegría... para la abuela Lola una gran tristeza.  Mi hermano y yo éramos unos niños tranquilos y lo que llamaban antes 'educaditos', con lo cuál no le causábamos a abuela mayores problemas, por el contrario habíamos llenado su soledad, ya que su hijo Eugel también había emigrado a Venezuela y ella se sentía bastante sola en su 'pajerito' como ella lo llamaba.
Llegó el día de nuestro viaje y no se de quién fue la idea, si de mi hermano que siempre ha sido muy 'cobarde' para las despedidas o de tía Remedios, tratando de hacer todo más fácil para abuela y para mi hermano -en mí no pensaban mucho...sabían que yo siempre ¡me las ingeniaba!- lo cierto es que la noche antes del viaje, mi hermano no se quedó a dormir con nosotras en el pajero, sino que se lo llevó tía Remedios para su casa.  De madrugada vinieron a buscarme tío Federico con su mula, donde iba cargada nuestra maleta y mi hermano... el cuál no llegó hasta el pajero para despedirse de abuela... 
jamás podré borrar de mi recuerdo ni de mi alma el llanto de abuela al vernos partir!!!

Con tío Federico fuimos caminando hasta el pueblito más cercano donde llegaba la 'guagua' que nos llevaría hasta la capital de la isla para embarcar, ya sin la compañía de tío Federico, hacia Tenerife donde nos esperaba la hermana de papá... ¡la tía Adelaida!


¡La tía Adelaida!... 
una Mujer bellísima, valiente, decidida, luchadora... ¡triunfadora!

Ya lo he dicho, siempre fui una niña con un espíritu muy inquieto y soñadora... al lado de tía Adelaida aprendí que los sueños se pueden hacer realidad... ¡si se sabe luchar por ellos!

Tía Adelaida trabajaba limpiando las oficinas de una compañía naviera y también dos días a la semana limpiaba, lavaba y planchaba en la casa de los dueños de dicha compañía. Su marido, el tío José trabajaba como mecánico en un taller, a pesar de trabajar los dos, vivían en un 'pequeño barrio' compuesto por quince chabolas, ubicado entre los grandes muros de la refinería de petróleo y la parte de atrás de la fábrica de café "Cafesa", el barrio se llamaba precisamente "Trasera Cafesa"  y era una especie de estrecho pasillo donde las chabolas estaban pegadas a la pared de "Cafesa" y sólo quedaba delante de ellas una callecita donde a lo máximo podían transitar dos personas a la vez, pues del otro lado estaba el muro de la refinería. El olor penetrante del petróleo se mezclaba con el delicioso olor del café molido pero el resultado no era desagradable, eran olores muy fuertes que formaban parte de nuestra vida y que desde lejos te hacían sentir que ibas llegando a casa.

Muy temprano en las mañanas mi hermano se iba con el tío José para el taller de mecánica y yo con la tía Adelaida para las oficinas de la compañía naviera. Me sentía en aquellas oficinas como Alicia en el país de las maravillas... grandes escritorios, máquinas de escribir, unos barcos preciosos de adorno sobre los archivos y unas papeleras que eran mi delicia... yo, que en mi pueblito no tenía ni un cuaderno -hacíamos las tareas en unas pequeñas pizarritas que después se borraban y volvías a escribir- podía ahora llevarme de esas papeleras muchos talonarios que desechaban no sé por qué motivo, sin estar usados la mayoría de ellos... ¡ya tenía donde escribir todo lo que quisiera!... creo que fue una de las etapas más felices de mi vida y pienso que allí se definió mi trayectoria profesional en un futuro lleno de satisfacciones y de logros que ni en mis más ambiciosos sueños hubiese podido imaginar... ¡Gracias tía Adelaida!



¡Los 'principitos' de la tía Adelaida!

Al llegar a Tenerife tía nos compró ropa y zapatos nuevos por encargo de  mamá para nuestro viaje. Ella además me compró collares, pulseras y un bolso muy bonito, compras que realizábamos a la salida de su trabajo en la 'Recova'... otro sitio que me pareció mágico.  Allí había de todo y tía tenía la costumbre de caminarla toda, costumbre que he 'heredado' de ella, no puedo ir a un  mercadillo, supermercado o centro comercial sin caminarlo todo, aunque no compre nada.

Al cabo de unos días ya nos había convertido en unos verdaderos 'principitos' y ella lo disfrutaba al máximo, no había tenido hijos y nuestra presencia la llenaba de felicidad.
Todas las tardes nos llevaba al "Parque Municipal"... así lo conocíamos nosotros, después de muchos años cuando regresé de nuevo a Tenerife, me informaron que su nombre completo era "Parque Municipal García Sanabria".









Con nuestra amiga Mary, vecina y ahijada de tía Adelaida, en el parque "Municipal"... ¡en la fuente donde nadaban aquellos espectaculares cisnes!  y... ¡en las chabolas de nuestro barrio "Trasera Cafesa"!
Feliz con mi hermano y mi traje de baño, hecho por supuesto por mi tía Adelaida... ¡el cual me ponía hasta para estar en la chabola!


Tía Adelaida, con sus gatitos comiendo en su platito, su perrito tomando el biberón, su chabola y su increíble belleza... parecía una princesa irreal escapada de un cuento... viviendo a su lado, la realidad y los sueños se entrelazaban para crear un mundo fantástico donde todo era posible...

Gracias tía por haberme enseñado a luchar por los sueños!

2 comentarios:

  1. Que historias mas felices nos narras Mañeves. Me encanta como las cuentas y nos trasladas a un mundo tan distinto que a la vez no está tan lejano en el tiempo.

    Thalassa

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  2. Mi querido Thalassa, tu me conoces muy bien y sabes como soy... ¡una persona simplemente feliz!
    Te quiero mucho y me alegra que te guste como cuento mis historias... Un beso

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